Para mi hablar de Estela Mora es muy fácil, es hablar de mi amiga, de mi mayor ejemplo, muchas veces le eh dicho que es mi mayor ejemplo y jamás me cansare de decírselo una y mil veces.
No necesito decir que la quiero mucho eso creo que se me nota, ella es una mujer que siempre tiene una palabra de ánimo, es una mujer fuerte ante las adversidades, trabajadora, enprendedora, en pocas palabras una mujer admirable la cual merece todo mis respetos, ella es muy buena madre, muy buena amiga, buena hija, buena hermana.
Yo y ella hemos pasado por cosas similares y eso nos llevo a abrirnos mutuamente, yo confió en ella y me enorgullece decir que ella confía en mí, que soy su amiga y que ella es mi amiga.
En la web se lee poco de ella, por su reservada vida fuera de escándalos y eso que rodea a todo famoso, pero ella y su familia hermosa es la acepción.
Siempre trabajando, hasta horas le faltan al día, hay veces que la eh encontrado a altas horas de la madrugada online, pero si está ahí es porque está trabajando así que muchas de esas veces no le molesto ni para saludarle, ya luego nos ponemos en contacto y me hace saber que si en efecto ese día trabajo hasta tarde.
Eso es de admirarse, a pesar de ser quien es, día a día trabaja, ve por sus hijos y siempre está al pendiente de ellos como toda mama consentidora que es.
ahhh !!! y nunca hace dietas, ni ejercicio y eso le admiro por que luce más que hermosa.
querida amiga, sabes que te adoro, que tu y tu bella familia son como si fuera mi familia, por eso este día quise hablar un poquito de ti, de la hermosa persona que eres y de lo mucho que te quiero y te admiro.
Con todo mi cariño te dedico este espacio !!!
TQM !! Amiga querida !!!!
Aqui dejo una hermosa entrevista que le hicieron a mi amiga hace unos meses en Chile, ella sabe que llore mucho al leer esta entrevista, que jamas ella habia abierto asi su corazón ante todo el mundo y que como se lo dije a ella, admire su valor al hablar se su vida tan privada, la cual ella siempre ah mantenido lejos de todos los fans, espero les guste la entrevista y conoscan un poquito mas de mi querida y hermosa amiga ESTELA MORA..
“No cambiaría nada de lo que he vivido”
Mamá a los 18, modelo a los 20, empresaria a los 24, mánager de La Ley a los 30, inmigrante en Estados Unidos desde hace siete años. Estela Mora, la mendocina que llegó a Chile en los 80 sin contactos, ni trabajo, hoy está convertida en una empresaria realizada y llena de ideas.
Separada de Beto Cuevas, habla aquí de su nueva vida en Los Ángeles, la ciudad donde hoy se siente como en casa.
No hay forma de que pase inadvertida !!!!!
Estela Mora (41), entra a un café del barrio El Golf con su casi metro ochenta, sus lentes oscuros y su pelo rubio, hablando fuerte como acostumbra, y muy pocos se resisten a la tentación de darse vuelta a mirarla. Hasta le toman fotos con celulares disimuladamente desde otras mesas. Pero ella no se da cuenta. Conversa, se ríe, toma su café (“con cafeína y leche entera, por favor, y un sándwich de ave palta también”) y está ciento por ciento pendiente de esta conversación. Cada cierto rato saca su Blackberry, pero no es para contestar llamadas ni correos. Esta mañana lo usa como si fuera un álbum de fotos. Si habla de sus hijos, Martina (21) y Diego (16), abre una imagen para mostrar qué grandes están. Si habla de sus perros de razas enanas también tiene cómo ilustrar lo que cuenta. Y si recuerda lo buenmozo que era su padre, también busca la foto para dar fe de ello.
Es la primera entrevista que da en mucho tiempo. No le gusta hablar porque sí. “Jamás daría una entrevista si no tengo nada qué decir. Si no es para contar cosas que son importantes para mí, no me voy a sentar a hablar sólo para salir en una foto en una revista. Me asombra que todavía la gente quiera saber algo de mí”, afirma.
Es la primera entrevista que da en mucho tiempo. No le gusta hablar porque sí. “Jamás daría una entrevista si no tengo nada qué decir. Si no es para contar cosas que son importantes para mí, no me voy a sentar a hablar sólo para salir en una foto en una revista. Me asombra que todavía la gente quiera saber algo de mí”, afirma.
–Probablemente por lo mismo hay interés, porque hablas poco.
Sí, y también porque hay tanta gente que cuenta tonteras y mentiras. Gente que dice que hizo algo o que fue a tal parte y por eso se sienten muy famosos o muy importantes… A mí eso me da mucha vergüenza, porque yo soy muy seria. Si te cuento que estoy haciendo algo es porque de verdad lo hice.
–También vienes poco a Chile.
Es que para mí, hoy, viajar es un gran sacrificio. Subirme a un avión y estar 15 horas volando, no. Mentalmente no puedo y no sé cómo antes pude. En los tiempos en que era mánager de La Ley estaba un día allá y otro acá, una actuación después de otra, durmiendo 4 o 5 horas entre cada una durante meses. Hoy no sería capaz. Por eso ahora aprovecho de aplicar todo lo que aprendí y allá hay tantas cosas para hacer, que sería una tontera no aprovecharlas.
Esas “cosas para hacer” que la tienen tan entusiasmada son sus dos nuevas empresas. Porque Estela Mora ya no es modelo, ni creadora de imagen de artistas, ni mánager. Hoy es la dueña, junto a su hija, de una tienda virtual de ropa para perros (Black Elbow Dogs). Se ríe sola cuando muestra los folletos con las fotos de sus tres mascotas modelando.
“No sé si vamos a vender, pero ¡nos hemos reído tanto! Martina goza igual que yo con esto, porque ella ama a los perros”, cuenta.
Su otro nuevo negocio –del que le cuesta parar de hablar– nació en una reunión en casa de una amiga en Los Ángeles. Invitó a Angélica Castro y partieron juntas. Allá supieron que la convocatoria era para que ellas y otras mujeres probaran una máquina que, a primera vista, parecía una afeitadora: la NU Skin Galvanic Spa. El aparatito da un tratamiento de corriente galvánica sobre la piel que promete mejorarla casi instantáneamente.
“No creí al principio, pero después de que me mostraron cómo te queda la cara, con Angélica pedimos la representación para vender el producto en Argentina y Chile. No es que quedes sin arrugas, pero la textura de la piel mejora absolutamente. Te ves 10 años más joven”, relata entusiasmada. “Después supe que Nicole Kidman la usa, porque en una entrevista dijo ‘no voy a un red carpet sin usar antes mi Galvanic Spa´, y a ella nadie le paga por decirlo, porque la empresa no hace publicidad”.
Imposible no hacer foco en su piel con cero maquillaje: es cierto, muy pocas arrugas, poros cerrados. Cualquiera diría que tiene 30.
La vida al estilo L.A.
Hace siete años, después de 14 viviendo en Chile, Estela Mora, Beto Cuevas y dos hijos, hicieron las maletas para radicarse en Los Ángeles, Estados Unidos. En ese momento era importante dar el salto para impulsar la carrera de La Ley, grupo del que Cuevas era vocalista. Y como Estela jamás le ha temido a los cambios, partió. Pero el comienzo no fue fácil.
“Cuando me vine a vivir a Chile, a fines de los 80, me sentí parte de la ciudad muy rápidamente. No fue lo mismo en Los Ángeles, allá me costó mucho. Es una ciudad muy grande”.
“Cuando me vine a vivir a Chile, a fines de los 80, me sentí parte de la ciudad muy rápidamente. No fue lo mismo en Los Ángeles, allá me costó mucho. Es una ciudad muy grande”.
–Pero tú has vivido muchos cambios, parece que se te dieran fáciles.
Cuando una es joven es hasta entretenido, pero cuando te vas volviendo grande, ya no es tan fácil hacer amigos. Menos en un lugar donde hay otro idioma, muchas culturas, costumbres y comidas distintas. Los Ángeles es muy diverso, pero muy entretenido también, porque la gente tiene una voluntad enorme de entender y aceptar al otro. Aquí (en Chile) ridiculizamos lo que no entendemos.
–¿Tus hijos le tenían miedo a este cambio?
No, porque yo creo que si una se asusta, ellos se asustan. Y, por ejemplo, me veían a mí que, cara dura, iba todos los días al colegio a pedir que los dejaran entrar. Llegaba cada vez con diferente pelo, otra ropa, con distintos anteojos. Y me decían: “Señora, ya le dijimos que no hay cupo”, pero luego se reían porque de puro hincha pelotas logré que entraran.
–¿Por qué tenía que ser ese colegio?
Porque era una escuela católica y a mí me gusta mucho ese tipo de educación, quizás porque refuerzan los valores que una quiere dar en la casa. Pero allá, para poder acceder a eso tienes que contar con que el niño esté inscrito poco menos que desde que nace y yo venía recién llegando. ¿Sabes quién me ayudó? El padre Felipe Berríos, él me salvó la vida.
–¿Y qué contacto tenía él en un colegio gringo?
Por los jesuitas. Justo había un cura acá que había sido director allá. Como Berríos me conocía y sabía qué tipo de gente éramos, nos recomendó.
–Pero entonces no es un colegio para hijos de famosos como se dijo por ahí.
O sea, hijos de famosos hay, pero son como cualquier otro. Va gente muy rica, otros que se encalillan pagando la cuota, otros normales, va de todo. Pero no es que algunos alumnos o los padres sean especiales. Allá, ser actor o cantante es un trabajo más y punto. A nadie le importa quién es quién ni quién dice qué. Pero aquí, prendí la tele y no sabía ni de quién estaban hablando en estos programas que les dicen “de farándula”.
–¿No habían cundido todavía cuando te fuiste?
Ni siquiera existía la palabra farándula en la televisión… Este país tampoco es el primero en inventar la prensa rosa. Aquí llegó tarde, después de España y Argentina, pero muy mal reciclada. A mí me gustaba más este país antes, era más cool.
–¿En qué sentido más cool?
En que hoy te enteras siempre de lo que pasa en ese ambiente por el medio que sea. Y lo que está pasando en ese nivel es bastante mediocre. Creo que lo que más me molesta es la falta de estética, más que de intelecto. Estas personas (los que forman parte de la farándula) son descerebrados y ni siquiera saben hablar. Más encima son feos. O sea, no tienen nada qué aportar.
–¿Te costó no tener cerca a tus amigas?
Muchísimo. Pero con el tiempo hice muy buenas amigas y amigos, gente de todo tipo. La diferencia más radical es que aquí tienes que estar llamando, poniéndote al día con frecuencia o se enojan contigo. Allá no. Si no puedes ver a alguien, no pasa nada. Incluso a veces es por falta de ganas y eso a nadie le extraña. Seguramente habrá quien se sienta solo en Los Ángeles, pero a mí me gusta estar sola. Me divierto conmigo, con mis perros, con un libro, con los halcones que llegan hasta mi terraza. Son boludeces, pero es la vida que me gusta. (Y muestra, entre risas, una foto donde un halcón sobrevuela a uno de sus perros enanos, confundiéndolo con una posible presa).
–¿Es muy agitada la vida social allá?
Nooo, para nada. Los “angelinos” son gente muy inocente y muy fome.
–Pero una se imaginaría otra cosa: es la tierra de los artistas, la industria de Hollywood, la música…
Y no, fíjate. Los Ángeles es planito, livianito. Es como vivir en la playa. A la una y media de la mañana está absolutamente todo cerrado. Aburridón. No es que allá no salga, pero es otro ritmo. Yo tampoco fumo (lo dejó hace seis años) ni tomo más que algo de vino blanco, pero me gusta salir de noche.
Muchísimo. Pero con el tiempo hice muy buenas amigas y amigos, gente de todo tipo. La diferencia más radical es que aquí tienes que estar llamando, poniéndote al día con frecuencia o se enojan contigo. Allá no. Si no puedes ver a alguien, no pasa nada. Incluso a veces es por falta de ganas y eso a nadie le extraña. Seguramente habrá quien se sienta solo en Los Ángeles, pero a mí me gusta estar sola. Me divierto conmigo, con mis perros, con un libro, con los halcones que llegan hasta mi terraza. Son boludeces, pero es la vida que me gusta. (Y muestra, entre risas, una foto donde un halcón sobrevuela a uno de sus perros enanos, confundiéndolo con una posible presa).
–¿Es muy agitada la vida social allá?
Nooo, para nada. Los “angelinos” son gente muy inocente y muy fome.
–Pero una se imaginaría otra cosa: es la tierra de los artistas, la industria de Hollywood, la música…
Y no, fíjate. Los Ángeles es planito, livianito. Es como vivir en la playa. A la una y media de la mañana está absolutamente todo cerrado. Aburridón. No es que allá no salga, pero es otro ritmo. Yo tampoco fumo (lo dejó hace seis años) ni tomo más que algo de vino blanco, pero me gusta salir de noche.
La separación
No sólo las amistades, los colegios y el barrio han sido los cambios experimentados por Estela Mora en Los Ángeles. Hace más de un año que no vive con Beto Cuevas, pero ninguno ha hablado del tema.
–¿Se separaron?
No, cada uno tiene su casa, pero no estamos divorciados.
–Pero eso es estar separados, no vivir juntos.
Claro, pero eso ya lo sabe todo el mundo. Y no estamos peleados, nos vemos a diario. De hecho, almuerza todos los días en mi casa. Pero no debe ser algo que llame mucho la atención porque aquí nadie me pregunta.
–¿Por qué crees que nadie te pregunta?
Porque hay respeto y supongo que también saben que ni él ni yo vamos a decir nada al respecto.
–¿Mantienen una buena relación?
Claro, como te digo, nos vemos todos los días y ahora que vine a Chile, él está en casa con los niños. Siempre fuimos buenos amigos y eso es algo que nunca perdimos. Yo lo adoro a él y él a mí, es sólo que ya no vivimos juntos. Tampoco hay terceros involucrados.
No sólo las amistades, los colegios y el barrio han sido los cambios experimentados por Estela Mora en Los Ángeles. Hace más de un año que no vive con Beto Cuevas, pero ninguno ha hablado del tema.
–¿Se separaron?
No, cada uno tiene su casa, pero no estamos divorciados.
–Pero eso es estar separados, no vivir juntos.
Claro, pero eso ya lo sabe todo el mundo. Y no estamos peleados, nos vemos a diario. De hecho, almuerza todos los días en mi casa. Pero no debe ser algo que llame mucho la atención porque aquí nadie me pregunta.
–¿Por qué crees que nadie te pregunta?
Porque hay respeto y supongo que también saben que ni él ni yo vamos a decir nada al respecto.
–¿Mantienen una buena relación?
Claro, como te digo, nos vemos todos los días y ahora que vine a Chile, él está en casa con los niños. Siempre fuimos buenos amigos y eso es algo que nunca perdimos. Yo lo adoro a él y él a mí, es sólo que ya no vivimos juntos. Tampoco hay terceros involucrados.
–No hubo una guerra entonces.
No, no hubo. Es que nosotros nos queremos mucho. Yo sé que es muy complicado entenderlo, pero siempre fuimos un poco raros y seguimos siéndolo (ríe). Nos escribimos mensajes 50 veces al día. La verdad es que el momento de hablar del tema será cuando valga la pena y eso probablemente sea cuando llegue un tercero a la vida de uno de los dos. Hoy no, sería crear una polémica donde no la hay.
No, no hubo. Es que nosotros nos queremos mucho. Yo sé que es muy complicado entenderlo, pero siempre fuimos un poco raros y seguimos siéndolo (ríe). Nos escribimos mensajes 50 veces al día. La verdad es que el momento de hablar del tema será cuando valga la pena y eso probablemente sea cuando llegue un tercero a la vida de uno de los dos. Hoy no, sería crear una polémica donde no la hay.
Esta rareza de la que habla Estela no es nueva en su vida. Hace 25 años, ella tenía 17, recién había terminado el colegio y estaba de novia con un empresario de casi 30. Estela Casale Cremaschi decidió casarse y adoptar el apellido de su marido: Mora. Nadie se lo impidió.
Mi mamá era muy estricta. Hasta ese momento no me dejaba ir ni a la esquina con mi novio.
Mi mamá era muy estricta. Hasta ese momento no me dejaba ir ni a la esquina con mi novio.
O sea, salíamos, pero tenía que estar de vuelta temprano, jamás dormir afuera ni irme a ninguna parte un fin de semana. Pero supongo que ella pensó que casarme era la mejor manera de darle seriedad al asunto.
–¿Y tuviste un matrimonio tradicional, con vestido blanco?
¡Con vestido negro! (ríe).
–¿Fue idea tuya?
Sí, es que siempre fui loca, medio rara (ríe). En esa época era mucho más buena, muy inocente , y casarme de negro me pareció más elegante que de blanco, no hubo otra razón.
–¿Y tuviste un matrimonio tradicional, con vestido blanco?
¡Con vestido negro! (ríe).
–¿Fue idea tuya?
Sí, es que siempre fui loca, medio rara (ríe). En esa época era mucho más buena, muy inocente , y casarme de negro me pareció más elegante que de blanco, no hubo otra razón.
El compromiso con sus padres era seguir estudiando, pero después el nuevo matrimonio enfrentó problemas personales y económicos. Una vez que nació Martina se trasladaron a vivir a Chile. Aquí se separaron.
–¿Qué pensaste hacer en ese momento?
Tenía dos alternativas: volver a Mendoza a la casa de mis padres o a un lugar que ellos me pusieran, o vivir acá en Chile. Opté por lo segundo.
Tenía dos alternativas: volver a Mendoza a la casa de mis padres o a un lugar que ellos me pusieran, o vivir acá en Chile. Opté por lo segundo.
–¿Te gustaba Chile como para quedarte?
Sí, mucho. Sobre todo me gustaba que fuera una decisión mía y que tendría que sostenerla. No por capricho, sino porque estaba consciente de que ya era madre, no una nena que salió de su casa y ahora no sabía qué hacer.
–Muy maduro para una joven de 19 ó 20 años.
Sí, aquí trabajé y mantuve a mi hija siempre.
Sí, mucho. Sobre todo me gustaba que fuera una decisión mía y que tendría que sostenerla. No por capricho, sino porque estaba consciente de que ya era madre, no una nena que salió de su casa y ahora no sabía qué hacer.
–Muy maduro para una joven de 19 ó 20 años.
Sí, aquí trabajé y mantuve a mi hija siempre.
–¿Tu ex marido no te ayudaba?
No. Yo creo que tenía muchos problemas económicos. En ese aspecto siempre fui muy inocente, investigué poco. Se fue y no pregunté. Asumí que era la vida que me tocaba y tenía que seguir. Sabía que para comer había que trabajar.
–¿Ese fue un momento crucial? Quedarte y empezar a trabajar como modelo fue el comienzo de la vida que tienes hoy.
Seguramente, porque si me hubiera quedado en Mendoza habría sido una excelente abogada. Era de las carreras típicas, de las que estudiaron mis amigas.
–¿Ese fue un momento crucial? Quedarte y empezar a trabajar como modelo fue el comienzo de la vida que tienes hoy.
Seguramente, porque si me hubiera quedado en Mendoza habría sido una excelente abogada. Era de las carreras típicas, de las que estudiaron mis amigas.
–¿Y qué opinan ellas de lo que tú haces?
Lo encuentran loquísimo. Fui muy freak para todo en realidad, sin querer serlo, porque nunca tomé decisiones por rebeldía ni por ir en contra de la corriente.
–¿No te consideras rebelde?
No, nunca fui rebelde. Siempre les digo a mis hijos que no hay nada más pelotudo que ser rebelde, porque sólo estás rebelándote contra ti mismo. Que si van a ser rebeldes, que tengan mucho cuidado, porque los únicos que van a pagar las consecuencias son ellos mismos.
–¿Te funcionó bien haberlos criado así?
Sí, son chicos muy responsables. Saben que, en el fondo, uno decide para sí mismo.
Grandes dolores
Lo encuentran loquísimo. Fui muy freak para todo en realidad, sin querer serlo, porque nunca tomé decisiones por rebeldía ni por ir en contra de la corriente.
–¿No te consideras rebelde?
No, nunca fui rebelde. Siempre les digo a mis hijos que no hay nada más pelotudo que ser rebelde, porque sólo estás rebelándote contra ti mismo. Que si van a ser rebeldes, que tengan mucho cuidado, porque los únicos que van a pagar las consecuencias son ellos mismos.
–¿Te funcionó bien haberlos criado así?
Sí, son chicos muy responsables. Saben que, en el fondo, uno decide para sí mismo.
Grandes dolores
Estela no fue mamá sólo de Martina en su primer matrimonio. También tuvo otro hijo, Gonzalo, quien murió antes de cumplir un año.
–Nunca hablas de tu primer hijo?
No, y por una razón muy simple: creo que es muy fácil empatizar con el dolor, y que la persona que está frente a ti sufra con tu experiencia. Pero entenderlo es otra cosa. Por eso hablo de esto sólo con gente que ha pasado por la misma experiencia, porque yo sé que las únicas personas que te pueden asegurar que se logra seguir adelante es otro que ha vivido lo mismo. Esa fue la ayuda que le di a mi hermana mayor hace cuatro años, cuando perdió a su hija en un accidente.
–¿O sea que tampoco hablaste de tu hijo con ella hasta que le pasó lo mismo?
Sí, hablamos, pero el tema es que el lugar que ocupa mi hijo Gonzalo en mi vida, la relación que yo mantengo con él hasta hoy, es muy difícil de entender para alguien que no lo ha vivido. Porque para mí él no está muerto, yo le hablo, igual que a mi sobrina. Ojo, yo sé que no están y que no los voy a ver más. El duelo duele. Y con la muerte de un hijo te duele el alma y es tan fuerte ese dolor que se convierte en algo físico. Pero tienes que, de alguna manera, engañar tu cabeza y tus emociones, porque tienes que seguir viviendo.
–¿Qué edad tenía él cuando murió?
Seis meses. Y ocurrió en un accidente de auto en que yo iba manejando, entonces fue bastante complejo.
–¿Te sentiste culpable?
Nunca lo tomé así. Claro que hubo responsabilidad de mi parte, pero la culpa te viene cuando haces algo para que sucedan ciertas cosas, pero esto fue involuntario, algo que no quise que sucediera. No creo en la culpa. Además, en ese momento tenía 18 años y tal vez eso mismo me permitió salir adelante. Porque al perder a mi sobrina sentí el mismo dolor, pero duró mucho, mucho más tiempo.
–¿Eso las unió más con tu hermana?
Creo que sí. Pero lo que más hice fue estar con ella, porque somos muy distintas. Yo me rebelo ante Dios, ella lo busca. Son diferentes caminos que una toma cuando estas cosas ocurren. Entonces, si lo que tú vas a decir no es un aporte, mejor callarse. Simplemente estaba ahí con ella.
–Porque sabías lo que ella estaba sintiendo.
Sí. Y sabía que la gran pregunta es cómo seguir viviendo y eso es lo difícil, porque al que se le mueren los padres es huérfano, a la que se le muere el marido es viuda, pero a la que se le muere un hijo no tiene nombre. Y cuando te preguntas cuántos hijos tienes, no puedes contar al que no está. Pero la vida tiene que seguir. Fíjate cómo son la cosas: un mes después de la muerte de Gonzalo, yo estaba embarazada de Martina.
–¿Eres creyente?
No mucho. Lo era,mucho, pero con todas estas cosas que me han pasado…si tuviera que pensar que Dios existe tendría un par de palabras bastante fuertes hacia él, entonces prefiero no faltarle el respeto sólo en caso de que exista. O sea, que en el fondo, creo (ríe).
–¿Cuál es el balance de tu vida hasta ahora?
Excepto por estos episodios tristes, que me los saltaría feliz, habría vivido mi vida tal cual, no cambiaría nada. He vivido una gran vida y es la que elegí. Todos los día elijo cómo quiero vivir.
–¿O sea que tampoco hablaste de tu hijo con ella hasta que le pasó lo mismo?
Sí, hablamos, pero el tema es que el lugar que ocupa mi hijo Gonzalo en mi vida, la relación que yo mantengo con él hasta hoy, es muy difícil de entender para alguien que no lo ha vivido. Porque para mí él no está muerto, yo le hablo, igual que a mi sobrina. Ojo, yo sé que no están y que no los voy a ver más. El duelo duele. Y con la muerte de un hijo te duele el alma y es tan fuerte ese dolor que se convierte en algo físico. Pero tienes que, de alguna manera, engañar tu cabeza y tus emociones, porque tienes que seguir viviendo.
–¿Qué edad tenía él cuando murió?
Seis meses. Y ocurrió en un accidente de auto en que yo iba manejando, entonces fue bastante complejo.
–¿Te sentiste culpable?
Nunca lo tomé así. Claro que hubo responsabilidad de mi parte, pero la culpa te viene cuando haces algo para que sucedan ciertas cosas, pero esto fue involuntario, algo que no quise que sucediera. No creo en la culpa. Además, en ese momento tenía 18 años y tal vez eso mismo me permitió salir adelante. Porque al perder a mi sobrina sentí el mismo dolor, pero duró mucho, mucho más tiempo.
–¿Eso las unió más con tu hermana?
Creo que sí. Pero lo que más hice fue estar con ella, porque somos muy distintas. Yo me rebelo ante Dios, ella lo busca. Son diferentes caminos que una toma cuando estas cosas ocurren. Entonces, si lo que tú vas a decir no es un aporte, mejor callarse. Simplemente estaba ahí con ella.
–Porque sabías lo que ella estaba sintiendo.
Sí. Y sabía que la gran pregunta es cómo seguir viviendo y eso es lo difícil, porque al que se le mueren los padres es huérfano, a la que se le muere el marido es viuda, pero a la que se le muere un hijo no tiene nombre. Y cuando te preguntas cuántos hijos tienes, no puedes contar al que no está. Pero la vida tiene que seguir. Fíjate cómo son la cosas: un mes después de la muerte de Gonzalo, yo estaba embarazada de Martina.
–¿Eres creyente?
No mucho. Lo era,mucho, pero con todas estas cosas que me han pasado…si tuviera que pensar que Dios existe tendría un par de palabras bastante fuertes hacia él, entonces prefiero no faltarle el respeto sólo en caso de que exista. O sea, que en el fondo, creo (ríe).
–¿Cuál es el balance de tu vida hasta ahora?
Excepto por estos episodios tristes, que me los saltaría feliz, habría vivido mi vida tal cual, no cambiaría nada. He vivido una gran vida y es la que elegí. Todos los día elijo cómo quiero vivir.